La paz ha retornado a mis aguas, la tormenta ha culminado su estruendo. A mi regresa la calma y la rutina pronto va volviendo a la normalidad y descanso un momento. Despierto asustado, recordando la tormenta ¿a qué aguas alborotarán ahora? ¿a qué ríos desviará su cauce o a que mares desbordara sus aguas? Con la quietud de ninguna ola a la vista me tranquilizo, mientras susurro a la brisa que traiga de nuevo a mi tormenta para matar esta monotonía.